La Hostia de la Azotea
Archivo clasificado por la Hermandad del Silencio, categoría: Milagros Dudosos y Otros Líos
El lugar:
Una azotea en la calle Pureza, justo frente al campanario. Allí, todos los lunes, se reúne La Hermandad de los Escépticos de Triana, un grupo de jubilados que solo creen en lo que pueden ver, o en lo que les cuenta Manolo el del estanco.

El personaje:
Bartolo, camarero desde los 13 años, lleva 40 sirviendo en un bar que ya no existe pero él sigue abriendo por costumbre. Una noche, tras ver una paloma con mirada humana posada en su aire acondicionado, decidió dejar el anís y dedicarse a documentar fenómenos paranormales locales. Es considerado el Iker Jiménez del Callejón del Agua.
El incidente:
Un sábado por la tarde, durante la siesta sevillana (el momento más poderoso del día), Bartolo afirma haber presenciado una hostia consagrada flotando en el cielo sobre la azotea. No cayó. No voló. Flotó.
La describió como "levitando con mala leche", emitiendo un leve resplandor LED y girando lentamente al ritmo de lo que, según él, era un pasodoble mariano que solo se oía desde dentro de la cabeza.
Intentó grabarla con el móvil, pero la cámara solo mostraba la cara de su exmujer repitiendo “¡Te lo dije!” en bucle. Asustado pero fascinado, Bartolo convocó al grupo escéptico. Nadie le creyó... hasta que el ventilador de techo comenzó a recitar el Credo al revés.
Uno de los jubilados (ex electricista de Renfe) sugirió que era “un fallo del campo electromagnético debido al albero ionizado”. Otro dijo que era claramente obra del fantasma de Fray Servando, un fraile que murió en esa misma azotea por no querer bajar las sillas tras la feria.
El cura de la parroquia bajó con una botella de agua bendita, les echó un rezo en condicional (“si esto es real, pues que se purifique”) y se fue corriendo.
El epílogo:
La hostia desapareció cuando alguien puso una copla de Isabel Pantoja en el altavoz bluetooth. Bartolo lo consideró una señal divina. Desde entonces, cada sábado, a la misma hora, se reúne un grupo creciente de sevillanos a mirar al cielo, por si el milagro se repite.
El Ayuntamiento niega los hechos. El Arzobispado también. Pero en algunos mercados, bajo el mostrador, venden figuritas de cerámica que representan "La Hostia Voladora". Con sonido incorporado.
Solo los que estaban allí saben la verdad. Y como buenos sevillanos... no la van a contar nunca. A no ser que invites a un carajillo.
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