Un paseo por la Triana antigua
Triana antigua
Triana, barrio sevillano de raíces profundas y esencia flamenca, se extiende a orillas del Guadalquivir como testigo de la historia viva de Sevilla. Desde la época medieval, este enclave fue hogar de marineros, artesanos y comerciantes, cuyos ecos aún resuenan entre las paredes de sus antiguas corrales de vecinos y en el retumbar de los martillos de sus legendarias herrerías.
Las callejuelas de Triana invitan a perderse entre recuerdos y leyendas. El Castillo de San Jorge, antigua sede de la Inquisición, y la Capilla de los Marineros, custodia de la venerada Esperanza de Triana, son solo algunos de los hitos que conforman el legado cultural del barrio. Es aquí, en el corazón de Triana, donde se respira la autenticidad de una tierra marcada por el mestizaje y la pasión.
La célebre cerámica trianera, con sus azulejos que decoran fachadas y plazas, es un colorido testamento de la habilidad y creatividad de los alfareros del barrio. La Calle Alfarería, cuyo nombre homenajea a esta milenaria profesión, aún guarda los secretos de este arte ancestral que ha embellecido a Sevilla y sus monumentos a lo largo de los siglos.
La historia de Triana también es la historia del flamenco. Sus bares y tabernas fueron y siguen siendo escenarios naturales donde el cante, el baile y la guitarra se entrelazan en una expresión artística que alcanza el alma. El flamenco de Triana es reconocido por su pureza y sentimiento, siendo un pilar fundamental en la identidad cultural del barrio y de la ciudad.
En la actualidad, aunque Triana se ha modernizado, aún conserva con orgullo su patrimonio y tradiciones. Pasear por el Mercado de Triana, sobre los restos del Castillo de San Jorge, o disfrutar de las vistas desde la Calle Betis, son maneras de conectar con el pasado vibrante de este barrio. Triana antigua sigue viva en cada esquina, en cada azulejo y en cada copla que se escapa de una guitarra, invitando a sevillanos y visitantes a ser parte de su historia inolvidable.
1. Vista desde la orilla de la calle Betis

2. Puente de San Telmo en 1930 aproximadamente

3. Calle Betis, sin fecha.

4. Vistas de Sevilla desde Triana, 1855.

5. Río Guadalquivir y calle Betis, 1909.

6. Panorámica desde Plaza de Cuba con Hotel Cristina, Torre del Oro y Giralda.

7. Curiosos de la época en un accidente en Plaza de Cuba, año 1934.

8. Antiguo comercio Los Leones en Calle Castilla, 1976.

9. Cine Los Remedios en Calle Asunción, 1978.

10. Muelles en lo que ahora es la calle Juan Sebastián Elcano. El Puente de San Telmo aún no está construido.

11. Plaza de Cuba, sin fecha.

12. Cine de verano en la calle Alfarería, sin fecha.

13. Calle San Jacinto.

14. Calle San Jacinto vista desde la plaza del Altozano, 1970.

15. Plaza del Altozano, año 1923.

16. Esta imagen, de 1960, muestra la plaza de Cuba, la calle Asunción y el solar destinado para la construcción de un hotel junto al exconvento de Los Remedios.

17. El puente de barcas, 1851.

18. Calle Castilla, 1912.

19. Vista de Triana desde el muelle de las Delicias, a principios del siglo XX.

20. Velá de Santa Ana, 1929.

21. El barrio alto de Triana.

22. Puente de Triana en los años 30.

23. Río Guadalquivir, Torre del Oro y Catedral. Sevilla, 1906-1910

24. Río Guadalquivir, Torre del Oro y Catedral. Sevilla, entre 1906 y 1910.

25. Puente de Triana se ve a la derecha la entrada a la Plaza de abastos y al fondo el Altozano

26. Plaza del altozano, año 1923.

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Triana antigua
La historia de Triana comienza mucho antes de que Sevilla se convirtiera en una metrópolis vibrante. Este barrio, que una vez fue un asentamiento romano y más tarde morada de marineros y alfareros, guarda en su serpenteante laberinto de calles el legado de culturas pasadas. La Callejuela de la Inquisición, un estrecho pasaje que aún conserva restos de su oscuro pasado, es un claro ejemplo de cómo la historia de Triana se entreteje con la de Sevilla.
El Corral de los Chícharos es otro rincón emblemático que evoca la atmósfera de la Triana antigua. Estos patios colectivos, típicos del siglo XIX, eran centros de la vida comunitaria y hoy son testimonio de la arquitectura popular y la vida cotidiana de antaño. La esencia de estos espacios, que una vez bulleron con el día a día de los trianeros, permanece en el aire, ofreciendo un viaje sensorial a través del tiempo.
El Puente de Isabel II, conocido popularmente como el Puente de Triana, es otro símbolo de la conexión histórica entre Triana y el centro de Sevilla. Inaugurado en 1852, este puente de hierro sustituyó al antiguo puente de barcas y se convirtió en una infraestructura clave para el desarrollo del barrio. Hoy, cruzar el puente es como transitar por una vía directa hacia la historia, con una vista inigualable de la Maestranza y la Torre del Oro.
La Plaza del Altozano, situada al final del puente, es la puerta de entrada al corazón de Triana. Esta plaza ha sido testigo de innumerables eventos a lo largo de los siglos, desde festividades hasta revueltas. Hoy en día, sigue siendo un punto de encuentro vital para los vecinos y visitantes, rodeado de edificios con fachadas que cuentan historias de un pasado glorioso y de un presente que sigue celebrando la rica cultura trianera.
Por último, no podemos olvidar la Velá de Santa Ana, una de las festividades más antiguas y significativas de Triana. Cada mes de julio, las calles del barrio se llenan de color, música y tradición en honor a Santa Ana, la madre de la Virgen María. Esta celebración, que se remonta a la Edad Media, es una oportunidad única para experimentar la alegría y el folklore de Triana, donde la historia se funde con la festividad en una expresión genuina de identidad local.